Las tintas se vienen usando desde
el año 400 A.C. aunque sigue estando en discusión el verdadero origen de las
mismas. Lo cierto es que existen manuscritos tanto chinos, como egipcios que
muestran la existencia de una sustancia liviana, ideal para escribir.
Las tintas antiguas consistían en
la unión de un pigmento llamado negro de humo, cola y sustancias aromáticas.
Había que mezclar con agua para luego usar. Fueron las conocidas con el nombre
de tinta china.

El antiguo Imperio chino,
utilizaba una especie de tinta
compuesta por negro de humo y goma para escribir
con plumas o pinceles. En el Imperio romano, se utilizaba una tinta de color
purpura, conseguida de las glándulas branquiales de un molusco llamado Múrex,
para firmar sus edictos. Mucho más
tarde, en la Edad Media, los escribas utilizaban una mezcla de hollín con tinta
de sepia o restos de vino o arcilla para fabricar tinta roja para destacar
iniciales y fragmentos en los documentos.
La evolución de la tinta ha
sido continua a través de los
siglos, sin embargo, el gran cambio llegó en el
siglo XX con
la invención de los ordenadores e impresoras.
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